[Creo que es la primera vez que escribo "baca" con conocimiento de causa. Otro motivo para festejar.]
Se trataba, no entendí muy bien, de trabajar ese verano de vigilante de incendios, ya que si lo podían hacer los sobrinos del ingeniero su hijo también tenía derecho. No me explicó mucho más por ser aquello complicado de ir desarrollando en un periodo no exagerado de tiempo y porque ya me iría yo enterando.
Como soy un sincerebro, no me haría de rogar.
Al menos sí que me previno para que le avisase al conductor que pretendía yo bajarme en la Casa de la Vega, entre los dos Huertas (de Abajo y de Arriba), donde no había parada oficial, y que una vez allí preguntase por Jesús, el Guarda. No me advirtió, en cambio, o yo al menos no tengo recuerdo, de que lo más probable era que el dicho guarda apareciese allí con una tajada como un piano. Era alcohólico de manual. De esos que se encastañan con medio vaso de vino. Y esto siempre complica las cosas.
La familia, sin embargo, un primor. Me acogieron como a uno más, o mejor aún, dada la evidente caraja que llevaba pintada en la cara. Madre abnegada porque a la fuerza ahorcan y cuatro chavales y una muchacha dignos de encomio. Era la hora de cenar pero como estaban de fiestas del pueblo, lo resolvieron con gruesas lonjas de jamón serrano serrano, y que valga la redundancia.
En aras de la brevedad de este resumen, no te voy a contar de aquella primera noche aunque no descarto hacerlo en mejor ocasión. Solo te diré que ya ese día conocí a BB, por poner únicamente las iniciales, que (¿cómo no?) ejercía de camarera ocasional de la peña del pueblo y a la que no muchos años después fui a buscar sin éxito a Bruselas. No había entonces móviles así que quedamos antes por correspondencia. Tal día a tal hora en la embajada de España allí. Ignorantes, desconocíamos que ya entonces había más de una docena de edificios con consulados, oficinas y departamentos pertenecientes a ese organismo, repartidos por toda la ciudad. Esperamos a la puerta del que nos pareció más significativo, mi amigo Santos y yo, una mañana de veras invernal.
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