· Los jueves y los domingos hay mercado aquí al lado. Además de los problemas de aparcamiento que, por sernos indiferentes, dejaremos aparcados, se nota en que se va llenando desde primera hora todo de colorido. Lo que más destaca es la vistosidad de los vestidos con que se tapan unas negras muy negras. Además, como siempre van en grupos, se las nota más. Son las que hacen coletines a las niñas. De mí, pasan. Coincidimos en la terraza de mis lecturas de periódico pero a estas no me atrevo a invitarles a sentar. Aunque sería interesante. La terraza se peta estos días. Así que vienen más camareras al auxilio. Hoy ha venido una bastante inexperta pero muy bien dispuesta. Al momento he adivinado que era italiana. No me preguntes cómo. Son cosas que se me aferran a la piel nada más pisar suelo islo. Como el acento o la galbana. Tenía el pelo rubio y rizado en una enorme escarola. Parecía buena gente. Le he dicho que era la primera vez que me ponía una cerveza Simoncelli y se ve que ya está habituada porque lo ha cogido a la primera. Me hubiera gustado tomar una jarra con ella en otro bar, cuando acabase de currar, como en las pelis. Pero, fíjate, me he pensado que se iba a creer que lo que yo quería era follar. O algo así. Cuántas ocasiones perdidas por los prejuicios. En fin.
Hoy toca jazz, que es lo que llevo escuchando media tarde, gracias de nuevo a mi amigo Quique, desde una radio que nos hemos inventado y que atiende al nombre de rCrM. Ya le he dicho que a mí, el jazz... pero mira.
Y esto que yo pensaba que era pop decó no se trata de otra cosa que las señalizaciones que tienen para poner los puestos en el mercado. Ya ves, fijaciones canarias.
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