lunes, 26 de agosto de 2013

Imágenes que pueden herir la sensibilidad

   A ver, que no soy ducho en hablar de estos temas.

   Problemas en Enrique IV. En cuanto me puse a ello, el telefónico y sus efectos consecuentes se acabaron. Las facturas las pagó íntegras el causante. Y su novia sevillana ("¿Guan?") me hartó. 

   Siempre es conveniente tener público en estas ocasiones. Un día, volvíamos de madrugada a casa, serían las seis o las siete, que ya había amanecido. Nos acompañaban unos amigos que venían a desayunar, y al abrir la puerta, el teléfono, oh, casualidad, estaba sonando. Lo descolgé preparado para recibir la preguntita de los cojones, a la que contesté en estos términos:

   -¿Juan?, ¿Juan? Hija de la gran puta. La has cagao. La has cagao porque sé quién eres. Ya sé quién eres y sé dónde estás. Hija de la grandísima puta. Y voy a ir ahora mismo allí y te voy a matar. Voy a ir ahora mismo a tu casita sevillana y te voy a meter un palo por el culo y lo voy a empujar hasta que te salga por la nariz....

   Y así seguí unos buenos diez minutos. Histriónico, endiosado, mágnífico. Aplaudido, al final. 




   No volvimos a tener noticias de ella. Y ni aún así terminó de relajarse el Miserable. Pero, claro, siempre hay motivos.

   Volvíamos otro día Pepe y yo de un vermú largo y nos encontramos a Jesús en el salón, evidentemente esperándonos. Lo expresaban su gesto sofocado y el hecho de que uno de los asientos del sofá estaba tirado por el suelo de cualquier manera. Y a ver cómo cuento yo esto ahora.

   Al parecer, al llegar a casa, se había preparado la comida y se la había llevado al salón para acabar allí con ella, viendo la tele. Cuando fue a sentarse comprobó que en el tapizado de uno de los asientos del sillón, había una mancha parduzca. La examinó con detenimiento y al no adivinar su procedencia, pasó un dedo por ella y se la llevó a la nariz. Para vomitar, porque aquello era mierda. Un manchón fino y alargado justo en mitad del cojín, de unos doce centímetros de longitud, paralelo a los apoyabrazos. De casi nos morimos de la risa.

   La moraleja de este gulli, Luis, es que no hay que ducharse cinco veces al día sino cuando es necesario. 


   La canción que hoy te traigo, puede, si forzamos las intenciones, venir muy a cuento por ser un grupito de aquel entonces que se hacía llamar Tontos Inmaculados.Y la escuchábamos por aquellos años.



 



 


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