lunes, 16 de marzo de 2015

Sueño recurrente (siguiente capítulo)

   Termino llegando, mal que bien, a mi despacho. Peor que mal ya que es mi despacho y no lo es, está mi jefe pero no eres tú sino otro que encima no te sustituye a ti sino a otro antiguo jefe. También es una faena porque para llegar tengo que atravesar un amplio habitáculo donde permanecen encadenados a sus mesas mis antiguos compañeros. No todos. Solo están los que no me apetece un rábano saludar. Además, por encontrarse amarrados supongo, lucen un humor de los mil diablos.  A mis preguntas contestan con indicaciones confusas y poco aclaratorias. Cuando llego a mi lugar, que se encuentra al final de la larga pieza, es como que no llego ya que ha cambiado del todo el diseño de mesas y archivadores y donde estaba la mía ya no está. Los intentos por ubicarme no dan frutos. Y para mi ánimo esa situación es pésima. Estar en tu trabajo sin encontrar el lugar en tu trabajo.











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