Si sigues unas calles arriba, desde el aparcamiento parecido al mirandés, llegas a esa zona. Es una parte de la ciudad con edificios altos. Unas seis u ocho torres. Siempre parece ser de noche allí, se deberá a la magia de los sueños. A estas alturas se nos ha olvidado que andamos buscando mi coche así que entramos en un bar musical donde siempre se está a gusto. No sé porqué pero al poco nos marchamos.
Solemos ir, entonces, a algo parecido a un parque de atracciones. Lo digo porque ningún día hemos visto tan siquiera una de ellas. Se ve que entramos por la parte de atrás, donde han aparcado los barraqueros sus autocaravanas. Mucho cable y mucha cuerda nos sobrevuela, a apenas un metro. Y también abundan máquinas cuya utilidad desconozco. Serán generadores, bombas de compresión, cañones de calor, qué sé yo. Hay, asimismo, lindando, un montículo pelado, donde juegan los niños de los feriantes.
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