viernes, 26 de abril de 2013

El universo del sexo

   La frase que me sirve de título pertenece a una canción que venía escuchando en el coche, de vuelta a casa. La canta un grupo llamado Mártires del Compás y hacen rock andaluz, por llamarlo de alguna manera. Son brutos hasta el dolor. De una mujer dicen que tenía una falda tan corta que se le veían las muelas picadas. A Tarifa y no hay viento, cantan en otra. Aquí te dejo unas sevillanas billy, música pop(ular).



 
   Asunto mayor este que nos cabe en el Universo del Sexo. Con lo que presupongo que me dará para unos cuantos gulliveres. Espero ser lo suficientemente comedido y  la vez explícito para que, por un lado, las imágenes evocadas no sean groseras, y por otro, no se parezcan  a las retocadas páginas del Playboy. Deséame suerte para tan peligrosa batalla, para tan sutil labor.



   Nací al sexo una agradable mañana de mis doce o trece años. ¿En primavera, quizás? Estaba en casa, en la Alhóndiga. Es posible que fuese sábado, ya que recuerdo que mi padre también estaba por allí. Mi madre preparaba la comida entre coplas en la cocina. Yo leía tumbado en la cama, en la habitación de al lado, encima de la colcha. No recuerdo qué leía. No sé porqué empecé a tocarme. Nada había libidinoso en mis lecturas ni en mis alrededores. Supongo que es el instinto el que te hace la jugada. Me empezó a gustar. Mucho. Llegué a una especie de cumbre húmeda de placer. No llegó a líquida, creo recordar. Como me había gustado tanto, empecé de nuevo.


   Me ha parecido adecuado ponerte en este Universo música lúbrica, resbaladiza, viciosa, lasciva o tan solo dulce. Empiezo elevando el listón bien arriba. Con todos ustedes, La Reina.

 




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