viernes, 12 de abril de 2013

La entrada. Piedrafita de Cebreiro.

   Es curioso como las tierras se muestran a los sentidos. Parecía lo adecuado y así se hizo. Dejamos atrás El Bierzo y en apenas unos kilómetros de subida por una carretera zigzagueante, cambió el color, el olor, el tacto del aire en nuestra piel. Y empezó a lloviznar como que no empezaba a hacerlo de veras. La justa medida para ponernos nuestros impermeables y no impedir que diésemos un paseo por Pedrafita do Cebreiro, nuestra puerta de entrada a Galicia. Mi padre dijo que se quedaba en el coche. 

   Paseamos hasta miradores brumosos. Mi hermano utilizó por primera vez la función "panorámica" de su cámara. Así que por ahí andarán unas fotos alargadas, con Charo y conmigo en primer plano y al fondo todo un horizonte azul oscuro pero brillante. 

   No sé el motivo pero el recuerdo tiene en mi memoria gran nitidez: en la única iglesia, enana y de oscura piedra grisácea, del mismo tono que todo el pueblo, se celebraba una boda. Salían en ese momento los contrayentes (circunspectos, o solo solemnes) y estuvimos un rato aplaudiéndoles. 

  Busco en google fotos que ponerte de ese lugar y encuentro una de la iglesia. Esa era, así es en mi recuerdo.












No hay comentarios:

Publicar un comentario