Dejemos así pues a Pepe y a las chicas, alborotados en la mesa camilla. Dejemos también a Cuchi, que estaba a punto de acabar de besar al Marino, que simplemente se deja hacer.
Y puntualicemos, maticemos, y a la vez conjeturemos.
Lectores habrá que intenten precisar, casi científicamente, el porcentaje de verdad y de mentiras que se incluyen en estas páginas. Estarán en su derecho, pero por mor de facilitarles la costosa tarea, Gulliver ya ha puntualizado en algún momento que un 37%. Una cantidad exacta de desmemorias, locuras, sueños, deseos y paparruchas. La dosis adecuada, le ha parecido al que esto escribe, para mantener a la vez la tensión y la credibilidad.
Ya que, en el fondo, ¿qué es la mentira?, ¿qué es la verdad?
Hoy te vas a la Sierra, de visita expost o como las llaméis. Vas con inspectora y ya sabes cómo se las gastan. Así que saldréis prontro. Espero que los tejemanejes en los que se ha metido el muchacho navegante no te despisten de las vistas. Espero que no os llueva y que veáis el millón de colores que veía yo cuando iba al pueblo de mi madre en estas fechas. Los amarillos, los rojizos y los ocres. Mi padre, que era guarda pero que de árboles sabía lo imprescindible, le echaba la culpa a los fresnos. Y bien puede ser.
Espero también, que, por el camino, tararées sin darte cuenta la canción que ahora te pongo y que a mí me gusta mucho.
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