miércoles, 30 de abril de 2014

El nombre



   Llevamos unos días en esta redacción haciendo quinielas sobre el nombre del príncipe que habit el Gulliver últimamente. Las apuestas empiezan a ser cuantiosas y cada vez más alocadas. Los más experimentados tienden a elegir nombres rotundos, sonoros, dada la donosura del sujeto y sus aires elevados. Raimundo, Facundo, Hermenegildo. Otros se decantan por la línea visigótica de la vaina o eligen para el personaje nombres de santos antiguos, cotundantes y categóricos, notorios y reputados. Los de Internacional, es lógico, apuestan por onomásticas en idiomas extranjeros, pero sin gastar demasiada imaginación. Henry, Philipe, Paolo. El hadita de las fotocopias se apunta a nombres de mariposas o arbustos exóticos. Son improbables pero bonitos los que propone. Y Gaspar, el redactor jefe, como era de prever, nos ha dicho que él nunca apuesta. 







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