Llevamos unos días en esta redacción haciendo quinielas sobre el nombre del príncipe que habit el Gulliver últimamente. Las apuestas empiezan a ser cuantiosas y cada vez más alocadas. Los más experimentados tienden a elegir nombres rotundos, sonoros, dada la donosura del sujeto y sus aires elevados. Raimundo, Facundo, Hermenegildo. Otros se decantan por la línea visigótica de la vaina o eligen para el personaje nombres de santos antiguos, cotundantes y categóricos, notorios y reputados. Los de Internacional, es lógico, apuestan por onomásticas en idiomas extranjeros, pero sin gastar demasiada imaginación. Henry, Philipe, Paolo. El hadita de las fotocopias se apunta a nombres de mariposas o arbustos exóticos. Son improbables pero bonitos los que propone. Y Gaspar, el redactor jefe, como era de prever, nos ha dicho que él nunca apuesta.
miércoles, 30 de abril de 2014
El nombre
Llevamos unos días en esta redacción haciendo quinielas sobre el nombre del príncipe que habit el Gulliver últimamente. Las apuestas empiezan a ser cuantiosas y cada vez más alocadas. Los más experimentados tienden a elegir nombres rotundos, sonoros, dada la donosura del sujeto y sus aires elevados. Raimundo, Facundo, Hermenegildo. Otros se decantan por la línea visigótica de la vaina o eligen para el personaje nombres de santos antiguos, cotundantes y categóricos, notorios y reputados. Los de Internacional, es lógico, apuestan por onomásticas en idiomas extranjeros, pero sin gastar demasiada imaginación. Henry, Philipe, Paolo. El hadita de las fotocopias se apunta a nombres de mariposas o arbustos exóticos. Son improbables pero bonitos los que propone. Y Gaspar, el redactor jefe, como era de prever, nos ha dicho que él nunca apuesta.
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