(A veces hemos discutido Gulliver y yo, muy en serio, sobre esa manera tan suya de hablar. Al final, creo que he terminado acostumbrándome).
Esta misma tarde ha llegado al barco Campanilla, volando. Lo bueno de esta situación es que descansábamos de nuestras batallas en el País de los Gigantes y el tamaño de la ninfa era muy adecuado a los deseos del Marino. Lo malo es que me he tenido que dar una vuelta, para dejarles solos.
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