LA MEMORIA
Lo mejor de la memoria es que a
menudo las cosas se te olvidan. Menos mal, que sino... Yo muchas veces no sé si
una cosa se me ha olvidado o es que nunca la he sabido. Yo creo que la memoria
es así o por compasión o porque el mundo funciona de esa manera. Las cosas que
se olvidan pasan a formar parte de la memoria colectiva que es la que todos
tenemos y no es de nadie únicamente. Mi madre me dice que esa memoria la
tenemos desde antes de nacer cada uno pero no sé, de eso tampoco me acuerdo. Puede
ser que sí.
Yo a la memoria me la imagino como
esas colchas que se hacen con trozos de aquí y de allá. Todos los retales son
muy diferentes y muy raros y vete a saber de donde han salido y además no pegan
ni con cola pero después la colcha es bien chula y yo creo que hasta abriga
más. También me la imagino como una partitura.
Da un poco de cosa pensar en lo
grandaza que tiene que ser la memoria colectiva, da como mareo, porque somos
muchos y a todos se nos olvidan cosas, me imagino, y ya sólo en mi clase somos
más de treinta y pico, eso sin contar con Jacinto Morquecho, que aunque está en
la lista no viene nunca porque está enfermo y tiene que quedarse en la cama. No
le conocemos ninguno pero aún sin contar con él somos ya un montón para que se
nos olviden cosas.
Yo, por ejemplo, me tengo que haber
olvidado de muchísimas cosas antes de acordarme de la primera. Lo digo porque
de la primera cosa que me acuerdo es de una en la que ya tenía lo menos tres
años. De antes no me acuerdo y tuvieron que pasar muchas cosas porque ya era
como tres años de grande y estaba ya hecho, mucho más que un niño bebé que
parece una morcilla con poca masa, arroz, sangre y cebolla y más cosas que se
les echa a las morcillas, porque los niños bebés tienen rollitos y michelines y
arrugas en los muslos y eso es porque tienen que hacerse más grandes y si no
explotarían o se les saldría la masa o algo.
Yo de lo primero que me acuerdo es
de mí mismo. Es lógico, si me paro a pensarlo, porque si no cómo me iba a
acordar. Iba por un pasillo bastante oscuro. Lo mismo no era oscuro y me lo
imagino yo así o lo mismo es que se me está olvidando el recuerdo por las
orillas. Así que no sé si había puertas a los lados del pasillo pero al final
sí que había una y bien grande, de ésas que se abren por la mitad para los dos
sitios y además para delante y para atrás. Me había salido un bulto en la
garganta pero por fuera, encima del cuello y no sé de qué tamaño porque no me
acuerdo y después tampoco me lo han dicho o si me lo han dicho ya no me acuerdo.
Tampoco sé que había dentro del bulto, me imagino que quistes. Pero me lo
tenían que quitar por medio de una operación así que eso que había detrás justo
de la puerta grande era el quirófano.
Yo no sé pero para mí que el médico
era muy malo porque me hizo mucho daño y además mucho rato. Como que intentaba
las cosas de varias maneras pero no a la vez sino una detrás de otra. O será
que la medicina ha adelantado una barbaridad después de mi operación. Por de
pronto yo entré andando y no como ahora pero es que ahora lo hacen por si te
resbalas o te mareas o las dos cosas y te tienen así que pagar mucho dinero o a
tu familia, así que ahora te ponen tumbado en una camilla y un enfermero que
esté fuerte te lleva por todos los pasillos. Pero yo me entré andando con las
dos manos cogidas, de mi padre y de mi madre me imagino porque eso tampoco lo
veo aunque mire para arriba del recuerdo. Mi madre dice que todo me lo imagino
o me lo invento. No se lo cree pero entré andando y además me sentaron en un
sillón igual que el del barbero y también me pusieron una sábana blanca pero no
para recoger pelos porque era mucho más grande y apretada y no podía así mover
los brazos ni nada. Y además había dos chicas que eran enfermeras y tiraban de
la sábana para atrás así que no les veía la cara y tampoco me podía volver para
mirarlas o para otra cosa. Y el señor que era el médico vino con un instrumento
y no me acuerdo de la forma porque además son muy raros esos instrumentos y
además muy parecidos los unos y los otros aunque valdrán para cosas diferentes.
Y éste no sé para que valía pero hacía mucho daño y mucho rato y aunque yo
decía ¡para!, ¡para! él seguía. Ahora ya no tengo el bulto pero sí una cicatriz
pequeñita que si me río con la boca abierta se me arruga. Y ya no me duele
nunca.
Cuando se lo cuento a mi madre no se
lo cree y me dice que me lo invento y que qué ocurrencias. Y me dice que no era
una sábana sino una toalla porque salí con los pelos chupados del sudor y yo le
digo que si estaba dormido y anestesiado entonces para qué iba a sudar si a los
anestesiados no les duele.
Y lo que menos se cree es que el
quirófano era rojo, dice que tienen que ser verdes, que les ponen así en todos
los sitios, como el campo pero en más pálido porque así son más relajantes y
miras a las paredes o al techo o inclusive a la bata del médico y te olvidas o
te vas como volando. Y será porque se me ha olvidado pero el techo y las
paredes eran negros o no estaban y todo lo demás, pero todo, de eso sí que me
acuerdo, era rojo.
Sí, sí.
Al final todo era rojo y me dicen que no puede ser así, que no hay quirófanos
rojos y me pienso que pudiera ser la sangre que me salía por el bulto y me
dicen que no, que estaba anestesiado que es como dormido pero que además no te
acuerdas y a lo mejor es por eso, que como era la primera cosa de la que me
acuerdo es como que con la anestesia me pusieron el interruptor de acordarse en
un sitio o en otro, en encendido o apagado, y como de antes no me acuerdo y me
dieron el interruptor con la anestesia pues de eso sí que me acuerdo. O algo
así.
<<<o>>>
El (toma ya) "proyecto" incluía también la imaginación, la emoción, la autenticidad, el nombre de las cosas y un montón de historias más. Tenía el forzado y pretendidamente humorístico título de La cadena simpática, por lo que supongo que está escrito en mis pinitos como estudiante de psicología a distancia. He estado releyendo algunas páginas y se me ha juntado el rubor con la nostalgia.
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