miércoles, 20 de marzo de 2013

Nos crecen los enanos

    Nos crecen los enanos, Luis. Algo no muy extraño si tenemos en cuenta que viajamos en el barco de Gulliver. ¿Lo pillas?

 
   El otro día comentaste de soslayo y de rondón que es posible que escriba yo diferente este Gulliver desde que... desde que... (¿cómo decirlo?) desde que... he duplicado (al menos) mi público. Desde que existe la posibilidad de que otros ojos nos lean. No sé si me da a mí el brío ni el tino para alcanzar tan elevados pensamientos. Además, no concibo otro lector que tú, capaz de soportar mis chorradas con la persistencia mínima necesaria para que esto tenga el más mínimo de los sentidos. Y todo ello porque te van destinadas, que si no. Y a veces me pienso que ni aún así. Y peor.


   En fin, que va uno escribiendo lo que le viene a la mollera sin más filtros que los adquiridos, no sé si muchos o pocos. Toda esta frase se reafirma en sí misma para hacerte ver que, en fin, escribo lo que me va viniendo.

   A mí esto de que en algún momento pueda aparecer Armando por aquí, incluso saludar con la mano, me hace creer que todo adquiere un punto más de locura de la que ya trae el Gulliver de nacimiento. Porque no me dirás que tiene nombre que un mastuerzo ande día a día postergando otras obligaciones más perentorias por andar contándole a su jefe las más mínimas chorradas que le han sucedido en su vulgar vida y poniéndole cancioncitas que al jefe le resbalan. No me dirás.

   Hoy te traigo a un grupo mexicano. Ya ves como se mueven los centros hacía el Nuevo Continente. Para liarlo, no es un grupo sino el Instituto Mexicano del Sonido, compuesto íntegramente por un polilla que no es polilla sino un lince. Don Camilo Lara. La canción que sigue también es de ellos, pero por el vídeo, se la han debido de apropiar los antisistema.



No hay comentarios:

Publicar un comentario