Las visitas que nos hacían las chicas de Valladolid, chicas premonitorias por lo tanto.
El T, huerfanito que era la auténtica recaraba y al que entendemos con ápice de cordura que es mejor citar por su (o no) inicial.
El pantano de Revenga.
Moca, la secretaria de alto cargo.
...
Cada cual daría para uno y cien gulliveres.
Quizá sea una de las ventajas de todo esto.
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