Se encuentran, porque así lo dicen los usos, no porque nadie lo haya ordenado, en el Cruceiro das Pedras y ya se juntan en grupitos de tres, de cuatro. Y se preguntan por las familias, por los achaques. Y cotillean y murmuran del último sucedido del rapaz de la Rosalía. Cualquier día acaba mal el rapaz, de eso están seguras.
Todas llevan su canasto y un aparejo entre pala y azadón, con el que remover la arena superficial y encontrar los frutos que da la mar. Almejas y navajas.
La canción que hoy nos acerca el navegante marino me parece a mí muy del tono de las anteriores palabras.
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