Con tal de viajar, Gulliver es capaz de cualquier tropelía. Incluso cuando servidora se ha enfangado en unas cómodas y quietas arenas movedizas, en las que no se hunde pero de las que no puede o no sabe salir, va el Gulliver y se inventa un verdadero paseo por el futuro, del que, por otra parte, nada nos cuenta. Qué evocador. Y mientras, aquí, el abajo firmante, embozado hasta las ingles en estas arenas movedizas de las que, igual, lo que pasa es que no quiere salir.
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