miércoles, 19 de febrero de 2014

Tetu

   Este fin de semana hemos estado de funeral. Enterramos a la madre de Tetu, que es amigo prieto. 

   ¿Qué pronto se olvida cómo duele cuando todo es reciente, cuando aún ni te has hecho una idea?

-o-

   La familia de Tetu es fenotípica. Todos están cortados por un mismo patrón que parece haber confeccionado en sus noches más locas el mayor de los genios de la moda. Como esto de la moda va por gustos, no sé decirte quién es ese mayor genio. 

   Todos los Izquierdo tienen un corte surrealista. Picassiano, más concretamente. De hechuras y de armazón, no te vayas a creer. Ojos mayormente azules, puestos en lugares asimétricos de la cara, narices rectas y agudas, el resto es compacto. 

   Tetu es el único acreedor al que una víbora de esas que se dedicaban a la promoción de viviendas (que ni huevos tenían para construirlas), el único al que esa hiena le devolvió lo que le debía. Así son de compactos en esa familia.

   Le costó dios y ayuda. Eso sí. Es más, pensábamos que daba en tonto, de la obsesión que le entró. Tuvo la mala suerte el ladrón de que, por aquellas, mi amigo estaba en el paro y sin mucho más que hacer en la vida. Se dejaba barba de una semana y ponía cara de pirado. Y así se pasaba mañanas enteras a la puerta de las oficinas del promotor. Nosotros le decíamos que tuviese cuidado. Como esas oficinas estaban al lado de Capitanía. No fuese a ser que un soldadito demasiado celoso de su misión le pegase un tiro. 

   Cada vez que el buitre salía de su madriguera con alguna visita, el Tetu se acercaba a recordarle sus obligaciones. 

   Porque Burgos es un pañuelo, se enteró pronto de donde vivía. Con tan buena suerte que le pillaba a dos minutos de su casa. Y allí se pasaba las tardes noches, hasta que el moroso sacaba a pasear a un perro de lanas, blanco y diminuto. Y era entonces que Tetu se hacía el encontradizo. Con su barba y sus ojeras. "Qué perro más bonito que tienes". Un día y otro día. Y cuando al perrito lo sacaba la hija, no por eso él dejaba de acercarse. "Perrito, perrito. Dile a tu padre que tenéis un perrito precioso". Y un día y otro día. Sin una amenaza. Sin una palabra más alta que otra. Al final yo creo que le devolvió de más.








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