Ayer te comentaba (pero se me fue el hilo por los linderos) que Gulliver se ha amorrado a tablas y de ahí no hay quien lo saque. Ni con el calzador. Y me vuelvo a preguntar: ¿pero qué pasó ahí afuera, hace unos años, que tanto respeto le infunde a nuestro protagonista? Este narrador que es de todo menos omnisciente se obliga a continuar, por enterarse de tales asuntos de primera mano. Y luego, cómo no, por contártelos. Pero lo de la sangre, sudor y hierro cidianos se va a quedar el agua de borrajas al lado del calvario por el que estoy pasando. En fin. Qué cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario