sábado, 15 de febrero de 2014

 

   Ayer te comentaba (pero se me fue el hilo por los linderos) que Gulliver se ha amorrado a tablas y de ahí no hay quien lo saque. Ni con el calzador. Y me vuelvo a preguntar: ¿pero qué pasó ahí afuera, hace unos años, que tanto respeto le infunde a nuestro protagonista? Este narrador que es de todo menos omnisciente se obliga a continuar, por enterarse de tales asuntos de primera mano. Y luego, cómo no, por contártelos. Pero lo de la sangre, sudor y hierro cidianos se va a quedar el agua de borrajas al lado del calvario por el que estoy pasando. En fin. Qué cosas. 









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