miércoles, 26 de febrero de 2014

Llegué a Valladolid



   "Llegué a Valladolid en olor de santidad..."

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   Cree el Marino haber encontrado la solución a tan persistente problema. Solo se trata de ir retrocediendo hacia atrás de esta, su personal bitácora, hasta que nuestra mirada encuentre un lugar por el que escabullirse por otros derroteros. 

-o-

   Llegué a Valladolid cargado con una maleta mediana y grandes dosis de autosuficiencia. No sé por qué lo recuerdo así. Aunque no es de extrañar, si llegas en olor de santidad.

   Ya te he contado y no procede, por tanto, repetirlo, de mis amigas universitarias. Ya te he dicho, también, que a mi llegada solo quedaba por allí Coco. 

   Coco tenía un novio que por aquí saldrá frecuentemente. Arturo se llamaba. Y resulta que Arturo, seguramente sin yo merecerlo, me adoraba.

   





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