"Llegué a Valladolid en olor de santidad..."
-o-
Cree el Marino haber encontrado la solución a tan persistente problema. Solo se trata de ir retrocediendo hacia atrás de esta, su personal bitácora, hasta que nuestra mirada encuentre un lugar por el que escabullirse por otros derroteros.
-o-
Llegué a Valladolid cargado con una maleta mediana y grandes dosis de autosuficiencia. No sé por qué lo recuerdo así. Aunque no es de extrañar, si llegas en olor de santidad.
Ya te he contado y no procede, por tanto, repetirlo, de mis amigas universitarias. Ya te he dicho, también, que a mi llegada solo quedaba por allí Coco.
Coco tenía un novio que por aquí saldrá frecuentemente. Arturo se llamaba. Y resulta que Arturo, seguramente sin yo merecerlo, me adoraba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario