Y claro, no se te ocurre nada. Piensas en lo que venías pensando en el coche de regreso al hogar. Nada. No el éter sino la nada. Laforet y Nietzsche. Adán. Nada del verbo nada. Da, como todo, para un tocho de mil páginas. Naaaada. La nada. No me importa nada. Nada montada. Na-da.
Ya está, lo has vuelto a conseguir. Si no lo medimos al peso, el gulli de hoy ya es redondo, está cuadrado. No necesita NADA más.
Buen, sí, una canción.
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