Estas cosas nada más me ocurren en este tiempo. Fue contarte que andaba a vueltas con Satrústegi para que esa palabra se perdiese en los sinsentidos de mi cabeza y apareciera otro apellido también sonoro pero del que, si he de decirte la verdad y reconocer mi gran incultura, sé menos que del anterior, que bien poco sabía.
La peculiariedad, esta vez, es que la palabra solo se me aparece cuando me miro en el espejo.
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