O no.
La otra tarde, supongo que un bar, alguien con no muy buena pinta me estuvo contando de lo bien que se desenvolvía por la vida un perro que conocía él, que solo tenía tres patas. En aquel momento lo único que se me ocurrió fue aquello de que hay que hacer de la debilidad virtud. Pero no se lo dije al chaval. Tampoco le pregunté, como hubiera sido pertinente, de donde cojeaba el animal, si de alante o de atrás. Eso sí, me lo imaginé bien pinturero y saleroso, correteando por la vida.
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