Ayer fue uno de esos días. Pese a ser el asunto tratado casi, casi macabro. Me cago yo en el clero, Luis. ¿Qué coño meterían en la cabeza de la muchacha?
La verdad es que va la vida estos días tan alegre que no da tiempo ni de escribir, con lo bien que se lo pasa uno a veces. Y cuando eso sucede, ya sabes, aprovecho palabras ajenas que me han dicho algo. Todo sea por no faltar a mi trato, al trato hecho conmigo mismo.
Hoy te incluyo la que César Rendueles, al que no conocía ni en pintura, escribió este sabado en el Babelia para hablar de estos tiempos tan raros.
"Mejor aún. Los corazones puros al fin pueden acceder a un éxito mundano que no degrada su generosa concepción de sí mismos. Adolescentes expertos en informática que piensan que convenio colectivo es un grupo de rap se hacen millonarios gracias a esa forma enajenada de especulación financiera llamada economía del conocimiento. La acción política se ha vuelto diáfana, el palacio de invierno nos espera apenas a un click de distancia.
En la red circula una leyenda. A veces, por la noche, cuando los teclados enmudecen y desciende el tráfico de datos, se puede apreciar un rumor sordo. Es el eco de las carcajadas de Hegel, que resuena desde el cementerio de Dorotheenstadt."
La imagen de hoy me parece a mí que explica un poco de todo esto.
Y ya la canción, ni te cuento, pese a ser tanto una como otra de hace unos añitos.
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