jueves, 13 de junio de 2013

Marta La Hippie (2)

   Fue aquel un tiempo en el que nos lo pasamos de puta madre. No era impostada tanta vitalidad que mostraba la chica y ello hacía que el marino corriese siempre detrás de ella en su escapar hacia adelante, riéndose de lo triste. Tengo un recuerdo en el que me veo con ella en una escollera, mirando a lo lejos el mar. Debe de tratarse de un recuerdo falso pues no creo que saliésemos en ningún momento de la provincia de Segovia.




   Tenía Marta un hermano mayor. Y muy malo. De esos con movimientos lagartijeros, espamódicos, y risa de chacal. De meter miedo. Pero posee el Marinero esa cualidad no muy extendida entre el vulgo humano de caerle bien a tipos de semejante calaña. Justo debieron de coincidir aquellos días con uno de los periodos en los que no estaba el hermano en la cárcel. Y decidió adoptarnos.

   No, no, Luis. No fue así tan a la ligera. Se trataba más bien de que al hermano le encantaba tener a Marta cerca. Para cuidarla, para compartir su alegría contagiosa o por cualquier otro motivo de los que está plagada la Ley del Pirata.Y yo venía en el paquete. 



    Le entra sueño al Marino. Lleva unos días sin descansar, bregando contra los hechos por más que estos no se cansen de repetirle que la vida es irrefutable y que el tiempo da para lo que da. Así que, en un último alarde de mesura, con la postrera pizca de lucidez, decide posar el plumín en su escritorio y dejar para mejor ocasión la crónica de lo que con Marta vivió, para mejor contarlo. Y así se queda, dormido encima de la ultima hoja que ha emborronado.



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