lunes, 20 de mayo de 2013

Viva el salero

   No te me quejes, Luis, que te estoy viendo.


   Sí, ya, en las dos últimas entradas no ha aparecido el anunciado sexo por ningún lado, y se te ve triste y apenado, pero es que se trataba, como podrás comprobar si relees con cierto detenimiento, de entradas de transición. Las así llamadas consisten en un par de parrafadas incongruentes y, a primera vista, desprovistas de toda sustancia. Taylor Alison Swift las denomina entradas puente, lo cual no tendría nada de especial si no fuese porque dicha señorita es actriz, cantante y compositora de música country. Así va la vida a veces, de loca.

   Las entradas de transición tienen como principal virtud llevarnos de un lugar a otro de la existencia por un precio módico. Así que agradéceles que nos traslademos, con cierta nostalgia pero con suma comodidad, para qué negarlo, de Burgos, ciudad sin sur, a Segovia, viva el salero. 

   Con lo que quizá fuese el momento perfecto, en lo musical, de viajar en el Gulliver hasta el Territorio de la Copla, también canción pop(ular) donde las haya, no me vengas a decir. Y muy apreciada por mis sentidos. Durante una temporada que me duró años, regalaba a mi castigado cuerpo con unos baños semanales, espumosos y como de dos horas. Salía clavado a Benjamín Button nada más nacer, pero sumamente relajado. Impepinablemente, mi inconsciencia, con grave peligro de electrocución (incluso de electrocutación), enchufaba por allí un radiocassete y siempre, siempre escuchaba a doña Concha Piquer. Los más de los días soltaba la lagrimita con la Banderita Española, con los Ojos Verdes, pero la que cantaba a voz en cuello, también con gran emoción y sobradas dotes, es esta que aquí te traigo. La Lirio, pa' duquitas madre.



   Si existen las diosas, que existen, la Piquer es una de las más grandes.

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